Este es otro ejemplo de cómo varían los gustos a lo largo de la vida. Hay preferencias culinarias que se mantienen inalterables a lo largo del tiempo, y hay otras puntuales que, si nos hubiesen preguntado de pequeños, habríamos jurado a pies juntillas que jamás íbamos a probar.
Yo, de pequeña, odiaba la sopa de ajo. A muerte. Lo reconozco.
En mi casa nunca se han hecho comidas varias para ajustarse a los gustos de cada comensal. Lo que había para comer es lo que jugaba, y si no querías, pues para cenar...
Creo que esto le sonará a más de uno...¿verdad?
Y ya el colmo es cuando te soltaban eso de: "¿Cómo que eso no te gusta? ¡Pobres negritos del África que no tienen ni para comer y mira tú lo remilgada que eres!"
Puffff, aquí es donde me entraba un cargo de conciencia que pesaba como una losa, y sólo por no entonar el "mea culpa" todo el día, ahí que me ponía con la cuchara... porque, es verdad, viendo lo que se mueve por el mundo, yo sí que tenía suerte de tener un plato que llevarme a la boca.
Ay, estas mamás lo que han tenido que aguantar para que siguiéramos una dieta equilibrada...
Salvo excepciones, claro. Porque este es el único plato que mi madre me permitía no comer, supongo que en su día le di argumentos convincentes para librarme de lo que, por aquél entonces, yo consideraba como una tortura militar.
Así que, el día que le dije que me sirviera también en mi plato, fue todo un acontecimiento.
Supongo que, como suelen decir, ya me había hecho mayor...
Dificultad: ninguna
Tiempo de preparación aproximado: 50 minutos
Raciones: 4 personas
INGREDIENTES
- 5 dientes de ajo hermosos
- 1 puerro
- 1 patata mediana
- 5 champiñones
- 1/2 calabacín
- 4 rebanadas de pan tostado
- pimentón dulce
- 1 litro y 1/2 de agua
- una pizca de tomillo seco (opcional)
- 2 huevos batidos (yo en este caso, como he hecho la versión con verduras, no los he puesto, pero si los añadís quedan genial)
- aceite de oliva virgen extra y sal
- virutas de jamón